domingo, 27 de enero de 2013

Tranquilo


Caminando despacio, sereno, disfrutando un pucho, caminaba Rodrigo por las calles de Chacarita a la noche. Tenia en su espalda su inseparable guitarra llena de cosas como siempre en su funda. Probablemente pertenencias, unos discos para escuchar en alguna casa, su cepillo de dientes, un afinador negro viejo sin pilas y unos pesos. Volvía de juntarse con unos flacos de la plaza a tomar cerveza, quemarse unos cigarros y tocar unos temas y ahora se dirigía a la casa de su amigo el Pela. Cerca de la estación Lacroze, se le acercan tres muchachos con unas cervezas:
 -¡Eh, flaco, qué tocás! - Le dice el del medio, que lucía unos jeans celestes claros rotos, unas topper y una remera de los Ramones.
- Música - responde, indiferente, Rodrigo.
- Tocate un tema, dale - Le dice otro, de aspecto similar pero con converse y en cuero.
- ¿Por qué no me tocás ésta, salame? ¿Qué te pensas, que soy tu walkman? - Le responde, con el mismo tono de indiferencia pero ahora había clavado su mirada en el último tipo.
- Andá a cagar, pelotudo, te va a pisar un auto asi, gil - Responde el primer muchacho, indignado, y siguieron caminando cada uno por su lado.
Luego de caminar unas cuadras más, finalmente llegó a la casa del Pela. Le golpeó unos instantes la puerta hasta que salió su amigo en calzonsillos fumando un porro. Se dieron un abrazo con el gran cariño que se tenían y no tardaron en entrar.
- Eh, traje un disco del Flaco que no había escuchado. Ponelo que está zarpado.
- A ver, ¿Cuál?
- Silver Sorgo.
-¿No te trajiste ninguno de Invisible, Rodo?
- Si, dale boludo, pera que también saco el equipo de música de la funda.
- Bueno, boludo, qué se yo lo que tenés ahí. Pasamelo que lo pongo - Accede, entre risas.
Se sentaron en ese comedor viejo, despintado, vacío. Los sillones tenían la tela rota por todas partes, aunque seguían teniendo la típica comodidad de siempre. Una luz colgaba del techo con los cables al aire y se tambaleaba por la corriente del ventilador pequeño que estaba sobre una mesita rota en un costado. Se dispusieron a fumar un poco y abrieron una cerveza. Así comenzaba la noche.
- ¿Qué te anda pasando, chabón? - Pregunta, sin vueltas, el Pela - Hace unos cuántos días que no nos vemos pero cuando me llamaste hoy te noté bastante raro.
- Uff, qué no me viene pasando. La vida está siendo muy hija de puta conmigo estos días.
- ¿Qué te pasó?
- Me parece que me estoy volviendo loco - Confesó, Rodrigo, luego de vacilar unos segundos.
- ¿Qué flasheás, boludo? ¿Vos no estarás tomando de nuevo, no?
- No, ni en pedo. Pero ya vengo con la cabeza reventadísima. Chabón, estoy perdiendo la noción del tiempo, estoy empezando a veces a pensar que no se si lo que estoy viviendo es real o es capaz una idea mía.
- Uh apagá esa tuca que ya veo que te me colgás del techo en bolas, masomeno - Bromea, el Pela, y ambos ríen por unos instantes para relajar la tensión.
- No, posta. Siento que ayer fue como hace cuatro años. Mientras camino no me para de trabajar la cabeza. Para que te des una idea, arranco una cuadra y para cuando la termino pensé tantas cosas que ya me olvidé la primera. Vengo bastante alterado con eso, si no fumo más o menos seguido termino muy acelerado.
- Te está pasando la gran Charlie Parker a vos.
- ¡Tal cual, Pela!
- ¿Pero vos no sabés si es por algo en particular que venís tan acelerado?
- Sinceramente, no tengo idea... O sea, creo que fue progresivo...
- Uh, banca que me hiciste acordar que tenía unas ganas de escuchar la máquina - Recuerda, alegrado de repente, el Pela.
- Dale boludo, escuchame que necesito que me banques hoy - Protesta, Rodrigo.
- Perdoná, tenés razón. Seguime contando
- No se, vengo re picante, aparte. Busco pelea y estoy re agresivo. Me re descuido y bardeo todos los días. No tengo tantas ganas de tocar como antes, aparte.
- Bueno, eso sí es grave.
- Por eso...
Ambos amigos se quedaron en silencio unos momentos y se pusieron a terminar la cerveza. El rostro de Rodrigo se volvió pensativo, preocupado y algo triste al mismo tiempo. El Pela lo notó de inmediato, por lo que se levantó y le dió una palmada en la espalda y le dijo que se quede tranquilo.
- Intento, Pela... Te juro que intento - Prosiguió, cabisbajo, Rodrigo.
- Ya se, viejo, no te olvides todas las que pasamos. Pero... ¿Qué onda, cuando estás loco bajás un cambio?
- Es raro. Me da paja pensar entonces es como que apago el cerebro para flashear con otras cosas. Igual depende, a veces cuando estoy re loco flasheo y termino cagándome a piñas. El otro día un vago me empezó a bardeár porque no tenía ni una moneda para tirarle y era posta, lo peor. Le terminé pegando un arrebato. Hacía rato que no bardeaba así.
- Si, bueno, igual en un tiro se puso goma.
- Si, no, es verdad... Pero no está bien. Yo ya no quiero ser así...
- Te estás castigando chabón. En una de esas cuando te pase una jodida, reaccionás. Te lo digo porque te conozco y yo soy igual. Relajate un toque.
- Si, es verdad. Igual, no creo que me llegue a pasar nada. Voy a intentar. Antes de pendejo quería cambiar el mundo y ahora no me puedo ni cambiar las zapatillas.
- A mi cuando se me murieron los viejos a los 18 tuve que bajar... O por lo menos debería haberlo hecho, jeje.
- Dale, Pela. Vos sos un señorito ahora.
- Andá a cagar, boludo.
Los amigos se quedaron en silencio unos instantes. Rodrigo fue quien lo quebró.
- Che, ¿Vamos a la villa?
- Sos un pelotudo.